«Ahora que soy mamá mi vida ha cambiado, por eso no estudié«. Esta es una frase común entre las adolescentes embarazadas en América Latina y que refleja una de las maneras en que la cadena de pobreza se perpetúa.

«Cuando mi bebé nació, yo no sabía qué hacer, porque no sabía ni cómo cuidar a un bebé, pero ahora lo tengo que cuidar y no tengo que ir a jugar«, cuenta Pureza acerca de los primeros cambios en su vida tras quedar embarazada. Las adolescentes con embarazos no deseados se enfrentan a un reto importante en sus vidas y que puede significar una disminución de sus oportunidades educativas y económicas.

Yolanda lo resume claramente: «El haber quedado embarazada me afecta porque ya no pude seguir estudiando, ahora me va a costar seguir adelante, porque sin un estudio aquí, no podemos hacer nada. (…) Mi sueño para el futuro de mi hijo es que él salga adelante, que sea un profesional«. La joven cuenta que no usó métodos anticonceptivos por temor a los efectos secundarios: «el miedo que me metían de que mi iba a manchar, el dolor de cabeza, engordar, eso«.

Las causas del embarazo no deseado entre adolescentes son variadas y complejas. Una de las variables que interviene es la carencia económica y el matrimonio temprano. «Familias muy numerosas en donde el ingreso o la canasta básica son tan bajas, que las chicas o las mismas mamás han recurrido a vender a sus hijas, ofrecerlas a personas mayores con capacidad económica, para poder subsistir y alimentar a toda la familia«, explica Mario Soriano.

Otras veces, las razones son más personales. «¿Sabes?, lo que buscaba yo, era el amor de un papá. Entonces ese amor que quizás nunca tuve, yo sentí que lo encontré en el muchacho, en mi pareja«, dice Yolanda.